Territorio

                                                                                 a Adoración López


Hoy ando nostálgico de las cosas y del tiempo
que tardé en darme cuenta que ya no era un chiquillo.
Mis padres guardaban mi infancia y presagiaban mi futuro
al tiempo que todo se diluía en un sueño
de carmín bajo la almohada.
Tuve que mentir muchas veces y otras
mentía sin tener que hacerlo, pero a la hora de la comida
siempre hubo pan sobre la mesa.

Éramos felices porque nadie nos lo dijo.
El futuro era como un barco sin dimensiones,
el amor una telaraña hermosísima
en la que al final siempre acababas asfixiado.
Pero luego
algún familiar ya nunca volvía
y la sombra de lo increíblemente desconocido
que era el territorio,
surcaba la memoria haciendo negro este recuerdo.

Saber es andar y darse cuenta
del tamaño exacto de las cosas,
perder el miedo a la vida
no es sino lo necesario
para ir ganándoselo a la no vida.

Hoy estoy aquí pensando en lo que queda
en lo que tuve
y me doy cuenta de que tenemos memoria
para vivir hacia el pasado
todo lo que ya no podremos vivir hacia el futuro.

Cada vez, más familiares, más amigos
ya nunca vuelven.
Y me siento derrotado
porque el recuerdo nunca vale
para el abrazo.