Nadie viene para la cena. En el plato
pongo una naranja llena de angustia
el interior envuelto en zumo la descolora.
La mitad de las veces hay una mesa
vacía y queda
este silencio. El sonido
del cuchillo al colocarlo
es otra ilusión.
La mujer
que venía a visitarme se ha marchado,
y todo queda
en esa posición exacta que tienen las cosas
al quedarse.
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