Para pisar demasiado











Soy como un zapato de agua
y no voy a explicarlo.

Demasiadas veces, sí,
porque demasiadas es una palabra que exagera,
he vuelto a creer en mi nombre,
fonéticamente, semánticamente
y en una casa sin paredes,
una casa grande.

Todo es la mismo,
todo es la misma mierda que se pisa.

La casa pequeña de ahora me habita y me recuerda,
que los días pasados,
son años solamente... que los años
se convierten en décadas, generaciones...
y que solo soy un adorno bajo una mesa,
cualquiera,
que mi nombre se borra
fonéticamente, semánticamente
y que como todo lo escrito en un papel...
al final
desaparece.

Escondido tras un muro
rodeado de objetos innecesarios,
abro
una puerta
y no hay nada.
Espero a que llegues.
No sé tu nombre.

He vuelto a romper demasiadas,
otra vez, demasiadas cosas,
en el suelo
y ahora es una estampa de colores sin colores
que me recuerda
a mi
a demasiados, sí demasiados
"mis" de mi memoria.

La vida es un llegar siempre
y un siempre marchar después,
inútilmente,
y como todo lo inútil
yo
soy como un vaso de agua
lleno y vacío al mismo tiempo
que demasiadas veces
se rompe.

Por eso
hoy me calzo mi pasado
y me tiro a la basura.


Cuadro


                                        "Paso el tiempo dibujando una hoja
                                          paso la hoja olvidando un cuerpo" José Pacheco


Llegas
del aire, como la alfombra, como el pincel,
mirando
la anterior forma de tu cuerpo
y me miras
tras un espejo y la ciudad.

Mientras
tú desmoronas certidumbres
mientras
tú me devuelves el sueño como un cuadro
mientras
nada ya es igual que ahora.

Vacío
el suelo de pisadas
se sumerge
la vida y ahora nombra
tu cuerpo
que fue guardado como obsequio
por el miedo
a que destruya la vida de los hombres.

Calmas
tu pulso y a la gente
calmas
mi mano y engañando
calmas
el acertijo y el fuego.

Llegas del aire y me recuerdas
a mi.

Paso el tiempo dibujando tu cuerpo
mientras este se desata y flota...
                                               ...has escapado del olvido.

El planeta tiembla
y bajas

una vez más

a mi vida,
de la mano con la muerte.




Cerrada

No sé de dónde vino a buscar el amor tu regreso
porque la vida es una puerta
cerrada.

Amanezco junto a un árbol
joven,
sus ramas son hijos de otras vidas,
sus hojas tocan el miedo,
lo interrogan.
La puerta es un objeto de madera,
y está cerrada.

Una mano sin culpa
talla el cuerpo viejo
del anciano gérmen de mi corteza,
y yo soy el árbol culpable sin llave
del sendero que no lleva a ninguna casa,
y tú eres la pregunta repetida
y yo soy la puerta
y está cerrada.

Quiero decirte que sí todas las veces,
abrirme en tu cabeza
hasta ser yo mismo
tu memoria.