el necesario olvido

Llegó la hora en que tenía que separarme de ti
avanzar por otro camino a otro camino
sin embargo mis pies eran ramas a tu sombra
atado a ti como vida a la semilla.

Hoy te despides como el árbol fuerte y marchas
y ya casi no puedo seguir tu paso
de jardín desordenado
mi cuerpo se vuelve otoño
hoja seca a punto de tocar suelo.

Fue necesario haber amado tanto
para darse cuenta de que el olvido también es necesario
savia enamorada de tu vida
y de esta ausencia tuya que trae el viento...

Y el vacío sigue siendo nada

Hoy me quedo aquí pensando
y hablando, unido a ti aunque no te vea,
átomos invisibles por el aire
van recorriendo el camino
que nos separa, para dejarnos
en ese contacto necesario de las cosas.

Soy yo y todo lo otro sigo siendo...
Por eso sé que estás aquí
alejada y constante
unida por átomos a mis átomos
y es el vacío que hay entre ellos,
el mismo que hay en los míos,
en los nuestros, como un presagio
de algo bueno, es nada.

Ahora sé que no hay distancia si te pienso
unida a mi, hecha de la misma materia que yo
idénticamente formada, en el mismo lugar
hemos coincidido
con las mismas leyes físicas,
y es por eso mismo
que aún tengo tus labios en mi beso.

Y no poder cerrar los ojos.

Me vacío en ti cuando te miro
el tiempo es estático y entonces
comprendo que echo de menos hasta el sueño.

Cuando cierro la puerta
tras la última vez
que vienes a deslumbrar mi vida,
me quedo escuchando
un momento tus pasos pequeños
la escalera alejando
tu movimiento del mío.

Ya no sé dormir después y a esas horas
me tumbo esperando,
ojos abiertos,
tu regreso imposible, una vez más,
me quedo en ti, en el instante, en tu instante,
bajo tus sueños, en la vida,
mendigando
tu retorno, cada retorno,
con ese miedo irremediable
a que no quieras volver.

Credo

Hoy miro a aquel que me miró de frente,
sus pasos se quedan en cristal desordenado,
el tiempo, no es lo que hacemos,
es lo que duramos
en el espejo sin mirar.
Hoy soy traje de la historia,
gabardina hueca y envejecida,
el frío ya no siente
como antes, ahora es la piel
la que pierde memoria.
Me quedo un rato más a contemplarte
producto de mi mente o carne viva,
imagen de mi mismo,
que yo sé que he amado en ti,
lo único de lo que el olvido se arrepiente.

Canción triste para una despedida 21

Se me iba el alma sin saber a donde,
yo que nunca tuve cuerpo para ella,
vino para quedarse,
después rugido del tiempo,
temblar la vida y marchar.

Así es del amor que sobrevuela
la imagen de un cuerpo,
una voz
que no precisa oído.

El gesto de la partida,
al fin de nuevo
cuerpo vacío,
más vacío
porque el alma consigo se lleva
la sangre, la mentira,
el dolor.

No queda más remedio que rendir el cuerpo,
hincar la rodilla, bajar la cabeza,
y morir tranquilamente
como el que nunca ha venido.